Epílogo.
Habían pasado 12 años desde la libertad de Jimin y fueron los años más hermosos y perfectos para la pareja, habían madurado mucho más. Jimin pudo conocer a su cuñado, Jeongin, quien era un hombre atento, caballeroso, inteligente y sobre todo trataba como princesa, aunque no solo a ella, sino también a su sobrina, Yerim.
Lo que Yuna le dijo fue cierto, finalmente ella y toda su familia se mudaron a Seúl, porque ella no quería volver a estar separada de su hermano, nunca más, su esposo y su hija congeniaron al instante cuando conocieron al pelinegro y ni que decir de Jungkook, quien fue recibido con los brazos abiertos.
La madre de los mellizos fue a reclamarle al menor por divorciarse del "gran" partido que era Seonghwa, porque claro, con él en prisión, ella ya no recibía el dinero extra que él le daba, pero esta vez el menor no estaba solo, estaba con su hermana, quien lo defendió y apesar de lo mucho que la querían, la sacaron de su casa y de su vida.
Namjoon y Jin se casaron finalmente después del nacimiento de sus gemelas, Tzuyu y Minjoo, las cuales eran las consentidas del pecoso y del mayor, aunque por la poca paciencia de ambos, decidieron no tener más hijos, con ellas serán suficientes.
Taehyung y Hoseok, se habían casado, diez años antes, no tuvieron más hijos, pero si tres hermosos gatitos y un perrito, ninguno quería un hijo más. Taehyung adoraba a Hikaru, era su hija, su princesa y aunque no era su hija de sangre, la amaba como tal.
En el caso de Changbin y Yoongi, formalizaron poco después de la boda de los Kim, llevaron una relación corta, porque un año después se comprometieron y se casaron y tuvieron 5 niños, Jihyun, Jungwon, Jonho, Yuqi, Yujin y actualmente esperaban un bebé más, a quien le pondrían Jeongwoo.
Sus amigos eran felices, inmensamente felices, ese era un motivo más para seguir luchando día a día.
En la navidad de aquel año, Jungkook llevó a su novio a conocer a su familia, quienes vivían en Las Vegas. La sorpresa de la familia Jeon fue demasiado grande, porque aparentemente una chica había llamado a la señora Jeon, "asegurándole" que era la prometida de Jungkook y que la había dejado por otra persona.
Claro que la señora Jeon no le creyó, ella había educado muy bien a su hijo, pero si fue una sorpresa para ella, ver a un chico en vez de una chica, claramente no hizo ningún comentario, no se sintió incomoda ni nada por el estilo, pero si mantuvo un poco de distancia, pues quería asegurarse que el chico al lado de su único hijo era el correcto.
Pudo ver lo feliz que eran ambos, por la forma en que se comunicaban, en la que reían, en la que se sonreían mutuamente, por la forma en que se lanzaban miradas cómplices. Ese 25 de diciembre, ella aceptó a su ahora yerno, porque sí, era el indicado.
—¡Ya me voy Jungkook! —se colgó su mochila.
—¿A dónde vas? —dijo el mayor saliendo de la ducha, entrando a la habitación.
—Al salón de belleza.
—Espera, ¡Jimin!
El menor había salido corriendo de la enorme casa en la que vivía, no iba a necesitar al chofer, le gustaba mucho caminar, sentir la naturaleza, sentirse dueño de si mismo y de sus acciones.
En esos 12 años, con ayuda de una psicóloga, de sus amigos, de su familia y de su novio, pudo superar todos y cada uno de sus traumas, pudo superar todo lo que vivió en esos tres años al lado de su ex esposo.
Entonces, ¿por qué había salido corriendo? No, él ya no sufría ninguna clase de violencia, por parte de Jungkook todo era amor y felicidad, claro que había problemas, discusiones, pero nada del otro mundo, nada que no pudieran solucionar hablando.
Al sexto año de relación, Jungkook decidió formalizar su relación con Jimin, pidiéndole matrimonio, sí, fueron muchos años, pero el mayor sabía que su novio debía estar sano por completo para poder dar el siguiente paso.
A su tercer año de matrimonio, adoptaron a un par de hermanitos, Jisoo de actualmente 8 años y Soobin de 4 años. Ambos tuvieron una historia triste, sus padres habían fallecido en un accidente de tránsito, la tía que debía cuidarlos los explotaba, por ese motivo ambos fueron a dar al orfanato.
La conexión entre los esposos Jeon y los hermanitos Kim fue inmediata. Normalmente en los orfanatos no solían adoptar a hermanos, normalmente se llevaban solo a uno, pero ese no fue el caso, pues ambos querían a los dos niños.
Jungkook cumplió su promesa, le dio su familia y eran inmensamente felices.
—Jimin.
El menor se giró al escuchar aquella voz, encontrándose con Park Seonghwa, quien no se parecía en lo absolutamente al hombre de 12 años atrás, estaba con ropa totalmente informal, unos jeans, una polera gris holgada, zapatillas, su cabello era negro, estaba corto, aunque en un lado de cabeza, estaba rapada con un diseño.
—Tú no deberías estar libre, aún te faltan como 40 años —retrocedió alejándose de la tienda de regalos.
—Minnie, por favor, no me tengas miedo —sostuvo su brazo—. No estoy libre, hoy es el cumpleaños de mi madre, mi abogado pidió mucho para que solo por hoy pudiera salir y me lo concedieron por buena conducta.
—¿Y lo primero que hiciste fue buscarme?
El menor sonaba algo molesto, estaba asustado, pero no tanto como años atrás.
—¿Qué tenías en la cabeza, Seonghwa? ¡Me llamaste ayer a las 4 de la mañana! Ademas te dije que nos veríamos en el centro.
—Necesitaba verte antes Jimin, yo... mira, te invito a comer un pequeño postre en la cafetería que tanto te gusta.
—No, discúlpame, pero no confío en ti.
Seonghwa se levantó el pantalón, mostrando en su tobillo una pulsera GPS, pero eso no fue suficiente para el menor.
—Si miras disimuladamente, atrás hay una patrulla, que me está siguiendo cada cierto momento, no estás en peligro.
—No, lo siento —siguió negando—. A la vuelta hay otra cafetería, vamos ahí, pero te advierto que no me quedaré más de 20 minutos.
El mayor no tuvo otra opción que aceptar, así que solo asintió, comenzando a seguir al menor, quien caminaba a paso presuroso lejos de él.
¿Le dolía su actitud evasiva? Sí.
¿Lo podía culpar? No.
¿Se lo merecía? Si.
Cuando llegaron a la cafetería, la cual no estaba a más de una cuadra, Jimin eligió una mesa cerca a la puerta con vista a la ventana, se sentó y no iba a negar lo nervioso que estaba.
—La he pasado muy mal en prisión, al principio no tuve la mejor de las bienvenidas, estuve internado por 6 días debido a una paliza que me dieron.
El menor asintió.
—Yo también recibí tratamiento psicológico, me obligaron a dejar el alcohol.
—¿Esperas felicitaciones de mi parte?
—Si fuiste al primero que busqué, fue porque necesitaba verte y pedirte perdón por todo el daño que te hice y estás en tu derecho de odiarme, de no perdonarme, pero necesito escuchar que lo haces —susurró con la voz entrecortada—. Incluso, tu hermana fue a verme hace un año, se veía realmente hermosa, el cabello rojo le queda demasiado bien. Hablamos un poco, me mostró una foto de su familia, me siento feliz por ella y... también le pedí perdón, ella lo aceptó.
—Yuna puede perdonarte, porque tú no la lastimaste directamente, porque ella no vivió el infierno que yo pasé. Mi hermana siempre fue libre y es libre para hacer lo que quiera y perdonar a quien quiera, es increíble como a pesar de los años, sigas pensando en ella, sabiendo que está casada, que es madre.
—Jimin, no me malinterpretes, yo ya no amo a tu hermana, mi corazón late por ti, únicamente por ti, por obtener tu perdón.
El pelinegro se rió y levantó las cejas de forma sarcástica viéndolo un par de segundos.
—Escucha —suspiró—. Para tu tranquilidad, yo no te odio, a pesar del daño, no quiero tener en mi corazón ese sentimiento, sin embargo, no puedo olvidar cada golpe, cada insulto, cada violación.
—Jim-
—Tienes suerte que por mantenerme dopado casi dos meses, yo haya olvidado o no recuerde casi nada de lo que me hiciste, aunque no es difícil saberlo, créeme que si lo recordara si sentiría un poco de desprecio hacia ti.
—Per-
—Soy feliz Seonghwa, hace 7 años, terminé mi carrera como diseñador de interiores, me va muy bien, tengo el apoyo de mi hermana, mi cuñado, de mis amigos, de mi esposo y de mis hijos —suspiró—. Tengo dos hermosos niños, que corren por mi casa, juegan, ríen, que son felices y... hay ocasiones en la que los veo tan felices, que no puedo evitar pensar en el bebé que perdí a causa tuya, no puedo evitar pensar en que podría tener mis propios hijos, pero me quitaste esa posibilidad.
—Realmente lo siento.
Jimin no lo volvió a interrumpir, cuando sintió su celular vibrar en su bolsillo, con mucho disimulo lo vio en la pantalla, dándose cuenta de las 15 llamadas perdidas que había.
—Un lo siento nunca va a borrar todo el daño físico y emocional que me causaste, pero también te agradezco, porque de no ser por toda esa violencia, jamás hubiera conocido a mi esposo, al hombre que me hace inmensamente feliz, que me complementa en todos los aspectos posibles. ¿Y sabes? Yo te amaba demasiado, pero nunca pudiste ver ese amor, siempre de alguna manera permití todo porque esperaba que vieras que yo no me iba a ir de tu lado, que te amaba de verdad, es una pena que te dieras cuenta tarde.
—Lo sé.
El menor se levantó de la mesa dejando un billete sobre la mesa, ante la mirada confundida de su ex esposo.
—No te odio Seonghwa, pero tampoco te perdono —lo miró con seriedad—. Me alegra que hayas cambiado, pero te exijo que no me vuelvas a buscar nunca más, si esta vez acepté encontrarme contigo fue para poder mirarte a la cara y cerrar por fin ese capítulo horrible de mi vida, pero no habrá una segunda vez, así que no tengo más que decir.
El mayor, lo siguió con la mirada y tuvo intenciones de seguirlo, pero cuando presenció la escena frente a él, su corazón quedó totalmente destrozado, entendiendo que él era feliz y él no era parte de ella.
El bonito pelinegro salió de la cafetería, encontrando el auto de su esposo estacionado en la otra calle, con Jungkook apoyado en la puerta, con una expresión seria y ceño ligeramente fruncido.
Jimin, fue prácticamente corriendo hacia él, colgándose en su cuello y uniendo sus labios, ante la sorpresa de Jungkook quien lo recibió en sus brazos, rodeándolo con inseguridad y miedo, asegurándose que él estaba ahí, sin daño alguno.
—Te amo, te amo tanto, mi amor —susurró en su oído, escondiendo su rostro en el hueco de su cuello.
—¿Por qué no me dijiste que te ibas a encontrar con él? Tuve miedo de que te hiciera daño, de no volverte a ver... tuve miedo.
—Discúlpame amor, pero no me dejarías venir.
—Lógicamente —lo interrumpió besando sus labios de forma fugaz.
—No volverá a pasar, lo prometo mi amor —le sonrió dulcemente—. En casa te contaré lo que pasó hoy, iba a comprarte algo por nuestro pre aniversario; sin embargo, fui interrumpido y tuve que venir aquí.
—¿Pre aniversario? Amor, si todavía faltan 3 meses para cumplir nuestros 12 años de matrimonio.
—¿Y? Yo quiero comprarte algo desde ahora, dejarte pequeños detalles.
Jungkook se rió al ver el puchero de su esposo, verlo enojado, le daba demasiada ternura, por lo que no dudó un segundo en sostenerlo con mucha más firmeza, dándole vueltas por la vereda, ante la risita de su esposo.
En esos breves segundos, Jimin volvió a confirmar que Jungkook era el hombre por el que siempre estuvo esperando, era él y nadie más que él, porque solo Jeon Jungkook tuvo la capacidad de enseñarle qué era el verdadero amor, él le enseñó a amar.
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